viernes, 30 de septiembre de 2011

EL MES DE LA MADRE...



Mañana comienza el mes de Ella, de la Madre de Dios. De aquella que mora en San Agustín y que te reconforta simplemente con mirarle el rostro.

Es complicado para mi hablar de este mes tan esperado en la situación que todos sabemos que nos encontramos.

Es complicado sentirse como un hermano se siente ante la situación que se nos viene encima, y máxime cuando parece que tiene una difícil solución.

Afrontar el mes de la Virgen en esta situación que hemos provocado los hermanos, o una pequeña parte de ellos es difícil, pero es curioso como el espíritu de esta hermandad resurge de las cenizas y afronta el dolor y los problemas como el amor a nuestra Madre Celestial nos enseña, con resignación y trabajo.

La situación ha hecho que esta hermandad vuelva a buscar su esencia, a comenzar de nuevo a unirse, o más bien a reencontrarse con su estilo, y esto se podrá ver en un futuro.

Todos anhelamos el mes de la Virgen como un reencuentro con Ella, quizás pa penitencia que Ella nos pone a algunos es no poder disfrutar de su presencia cuando desciende junto a sus hijos para que gocemos de su presencia, y por qué no decirlo, a reñir un poco a los que se desmadran o desvían del camino.

Todos tenemos que mirarnos dentro, TODOS tenemos que aportar nuestro grano de arena, todos tenemos que hacer, en la medida de nuestra posibilidad, el esfuerzo que Ella solo se merece.

Por eso, seguro que esta hermandad en breve retomará la normalidad y veremos cual es realmente la pasta de la que estamos hechos.

Toca hablarle al oído a la Madre, contarle nuestras penas, nuestras alegrías, traerle a nuestros niños, dejarse acurrucar por su amor, amarla hasta el infinito y desde luego enseñarla, en una mañana soleada de otoño, a su barrio para que disfrute de su Presencia y la acompañe en su anual Rosario como a Ella le gusta ir. Rodeada de TODOS sus hijos.

Disfrútenla los que puedan.

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