Por fin es viernes... ese pensamiento recorre la mente de todos nosotros durante el año, pero hoy es un viernes distinto, hoy es Viernes de Dolores.
De nuevo anida en nosotros la Esperanza y la ilusión de un nuevo estreno, cada uno de nosotros tiene preparadas ya, cual novillero impaciente, los avíos en es hipotética habitación de hotel que se asemaja al purgatorio del alma.
Dentro de tan solo dos días el alma del cofrade estallará de nuevo con la venida de una nueva Semana Santa. Y recordaremos aquellos años en los que nos acompañaban otras personas, años en los que íbamos poco a poco creciendo en el Señor, años grabados a fuego en nuestra mente.
Volverán a llenarse de nuevo las calles de globos y puestos de pipas, la gente alborozada, discurrirá como un río de fe, por las calles de la Ciudad al encuantro del que va a morir por todos nosotros.
El cofrade gusta de vestir el traje en la mañana de dentro, se viste despacio, y pasea al encuentro de la primera cofradía como esperando... desafiando quizás al tiempo que ha de venir.
Hoy, Viernes de Dolores, el cofrade tiene otro semblante, hoy uno es feliz como un niño,revive cosas, saluda a la gente y felicita a los compañeros y amigos cofrades como si fuera Navidad, porque el año para nosotros, Señores, acaba y empieza en esta Semana Grande.
Hoy,late el corazón más fuerte, hoy, cuando todo aun está por estrenar, se nos llena el alma de Semana Santa, el recuerdo de lo vivido nos quiebra la voz en un comentario delante de los pasos, ya expuestos en sus capillas, y las miradas cada mañana corren al cielo como la de un niño en el día de Reyes al salon de casa donde Melchor,Gaspar o Baltasar han dejado lo pedido.
Hoy comienza el derroche de sentimientos del cofrade, hoy tenemos que empezar a disfrutar de lo que está por venir, a recordar lo que fue y a esperar nuestros días Grandes.
Disfruten de la del 2009, porque antes de que se quieran dar cuenta solo quedará la añoranza de lo vivido y contaremos de nuevo hacia atrás para la siguiente Semana Mayor.
Les dejo con Él, pierdanse en su mirada, desparrámen su alma en sus manos y abandonen el Espíritu a Su Voluntad, porque Él todo lo puede
