jueves, 11 de abril de 2013

SENTIMIENTOS 2013

Dice un buen amigo mío que los sentimientos son muy difíciles de expresar, y más si se hace negro sobre blanco, Pero al fin y al cabo lo que nos hace insisitir un año y otro en esto de las cofradías es el cúmulo de ellos y el recuerdo de los agradables que nos queda cada año, que los desagradables vienen solos o te los provocan otros. El caso es que este año he tardado mucho en empezar a hacer mi personal valoración de la Semana Santa 2013, y es que tardo, cada vez más, en poner en orden mis ideas. Quiero empezar por, probaablemente, uno de los más bellos recuerdos que ha dejado en mí esta, otra vez, Semana Santa con la lluvia como protagonista. La Semana Santa, como digo, se resume en momentos, en vivencias, en pellizcos... y uno de los pellizcos de este año ha sido sin duda el pasar con mi Cristo del Prendimiento por la calle Rosario de noche. No pintaba muy bien el día, pero Él quiso pasearse de noche otra vez por la calle de su Madre, ROSARIO. Es verdad que las cosas no salen si no las preparas, y puedo dar fe que lo que ustedes verán en este video estaba planificado, básicamente que la marcha que se tocaría ahi iba a ser SENTIR, y que el paso del Señor llegaría con ella hasta el azulejo de la Madre que espera cada año la llegada del Hijo de Dios Prendido. Se había echado la noche no hacía mucho, el día era desapacible y frio para ser Semana Santa o Jueves Santo, pero puedo asegurar que todo eso se nos olvidó a los presentes en aquel momento, tanto de debajo como, me consta, a los de fuera. Tras parar el paso, ya en la calle Rosario, se empieza a mascar el momento. Les pedía a mis compañeros mucha atención y silencio, concentración en lo que íbamos a hacer, pero sobre todo, cariño y corazón, porque sin ese aporte de entrega no había nada que hacer. Se levanta el paso, fuerte!! se quedan los tíos tiesos como velas y empieza la marcha. El silencio se cortaba debajo y fuera del paso, pero al iniciar los cambios de la misma, con izquierdos, empiezan a escucharse desde fuera unos olés más propios de la Maestranza sevillana que de la entrega de unos simples hombres costaleros debajo de un paso. Continúa la marcha, la gente calla, y tras la euforia primera con los primeros cambios empiezo a notar como la espectación y las miradas se derraman sobre el Hijo de Dios que avanza poderoso por la calle. Jaleo de los capataces "¡¡Que bien vais!!" dice Parrita, y para mi asombro a mi queridísimo malafollá de Antonio se le entrecorta la voz cuando dice "¡¡Ole las cuadrillas flamencas!!". Más silencio debajo del paso, el Señor sigue avanzando con costeros y sentencias, algún iquierdo. La marcha llega a su punto intermedio donde se atempera y el Señor, suave, avanza de costero para llegar al éxtasis final. Rompe la marcha su letargo y Dios Prendido remueve el alma de los presentes y de los costaleros, de los suyos, de esa legion de amor que, elegida por Él, lo pasea cada Jueves Santo. Con el final de la marcha la calle explota en vítores hacia ÉL, hacia Dios, que con esa forma tan "flamenca" y "andaluza" ha conseguido que todos hablemos con Él un ratito. La recompensa para este humilde siervo de Dios e instrumento suyo es al bajar el paso el abrazo emocionado de su hermano, ver cómo hay compañeros que comparan eso que todos hicimos con el maestro Morante o, el mejor de todos, cuando al terminar la calle Rosario, con su trabajo duro y más satisfactorio para un costalero en la parte estrecha, que se pasó magistralmente, el uno de los antiguos, con más años que un trinquete, se sale contigo en el relevo y te da las gracias aun llorando por lo que acaba de vivir y sentir. "¿Gracias a mi?" dije yo "Gracias a Él por elegirnos y por dejarnos rezar como sabemos". Esta es una paequeña parte de lo que un simple costalero puede sentir en un momento tan especial como ese. Sí les diré una cosa, mientras pensaba en costeros e izquierdos tuve lugar para pedirle a Él por los mios, por todos y para, si él lo tiene a bien, estar todavía unos años ahi abajo, que es donde me gusta estar.