
Me permito el lujo de traeros esta pedazo de foto de mi amigo José Carlos Martos al Maestro Morante de la Puebla.
Y les traigo esta entrada para hablarles de sentimiento. Ante la próxima tarde de toros, este próximo sábado 26 de septiembre en la feria de San Miguel, me siento como un niño. No me saco de la cabeza al abuelo Alejandro, el culpable de esta pasión taurina mía, que con tan solo 10 años ya me llevaba a los toros.
Con él aprendí a apreciar la fiesta, a ir desgranando sus entresijos, a entendar la lidia y a disfrutar del pellizco de los toreros de asrte así como de la labor de un buen peón de brega, la belleza del toro bravo, la estética del arte de torear, el toreo maestro del lidiador...
Y de él llevo más de una semana acordándome. Un par de semanas va a hacer que, tarde de domingo, me fui después de dejar a mu mujer en el autobús que ha cogío la fea costumbre de separarla de mi para mandámela lejos.
Un sentimiento de tristeza inunda la mente del que les habla, y pensando en todo un poco, disfrutando del agradable paseo por la ciudad llegué a la taquilla de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
- "2 entradas pal 26 por favor"
- "huy, po no quedan muchas ehn?"
Gracias a Dios adquirí dos entradas para la tarde del próximo sábado, mi regalo de Santo, de este año 2009 en San Miguel.
Y me volví despacio a casa, saboreando cada rincón del arenal, que huele a Belmonte y Joselito todavía y empecé de nuevo a acordarme de mi abuelo. ¡¡Cómo le hubiera gustado disfrutar de la Mestranza!!, como hubiera disfrutado al tener esas entradas, porque, esté donde esté, sabe de sobra que esta "conviá" a los toros hubiera corrido de mi cuenta.
Creo sinceramente que cada generación tiene a su torero del arte. la de principios de s.XX tuvo dos, Belmonte y Joselito. Después vino Curro y ahora viene él.
Morante tiene la capacidad, al menos en mi persona, de hacerme recordar tiempos con sabor a carbón, con olor al dulce pesado y casero de las tardes, con un aroma a anís, a puro taurino, a conversación de toros, a lección de pasion del abuelo que introduce al nieto en este maravilloso mundo de los toros.
Morante tiene un poso a antiguo que todos disfrutamos, Morante hace que vuelva a sentarme en el tendido junto al abuelo a disfrutar de los toros ("niño, a los toros se van a ver tres de los seis, con eso date la entrada por pagada").
Con Morante el toreo se ve distinto, la gente lleva sombreros a la plaza, se vuelve a hablar de usted la gente, se saludan los hombres con la gracia y el repseto de antes. Morante tiene la capacidad de llenar una plaza con tres generaciones de aficcionados, Belmontista, Curristas y Morantistas.
Por eso una entrada de Morante no es cara, porque este sábado, en el pequeño sitio del tendido cubierto de la Mestranza podré disfrutar (si el tiempo y el ganao lo permiten) del los toros agarrao de la mano de mi abuelo, como hace 20 años.
Es por esto que los nervios dos días antes son los mismos, mira uno el tiempo con impaciencia, y lee las crónicas para que al Maestro no le pase nada antes de la gran cita.
solo me queda decir, ¡Enhorabuena Mestro!, porque la suerte es para los malos toreros, y usted seguro que no lo es