miércoles, 11 de mayo de 2011

LA MUDÁ DE LOS VALIENTES 2011... UN EJERCICIO DE RESPONSABILIDAD Y CARIÑO


El pasado domingo 8 de mayo era el día de finalizar el trabajo. A las 11:30 estaba citada la cuadrilla de costaleros del Señor del Prendimiento para llevarse el barco a las atarazanas donde descansará hasta finales del próximo mes de marzo, cuando vuelva al muelle de San Agustín para, sólo si Él quiere, navegar por Linares el próximo 5 de abril de 2012.
Tras el aciago Jueves Santo, con inundación incluida, las ganas del costalero estaban intacatas, y allí, en un día de “cuadrilla de entretiempo” nos dimos cita 25 hombres, con la inestimable ayuda de algunos de nuestros hermanos del palio catedralicio de la Señora del Rosario.

Me encantó el momento, disfrutamos un rato de la cruz de los Antiguos Alumnos de Salesianos, mientras acababan las comuniones en San Agustín, en el patio donde muchos de nosotros jugábamos de pequeños, en ese día íbamos, de nuevo, a cumplir con la encomienda marinera de ser costalero del Señor del Prendimiento. Peinamos ya canas, han pasado años, muchos años, pero las caras de esa pista de basket reflejaban los años felices de la infancia en la que muchos soñábamos ya con ser los pies de Dios.
Mudá rápida, apretaita de kg (pero para cuerpos intactos como si nada), en media hora descansaba el paso del Señor en su almacén.

Pero este día me hizo reflexionar. Aprendí, hace ya algún tiempo, que el trabajo del costalero empezaba con la igualá y acababa con la desarmá. Está claro que la fecha no era la más idónea, pero tenemos que tener en cuenta que, debido a las inclemencias meteorológicas, no pudo ser antes.
El ver que solo 25 hermanos (entre los que repito, había hermano del palio) fueron los únicos responsables de, 77 papeletas del pasado Jueves Santo, para finalizar el trabajo le da a uno que pensar, y máxime cuando te has levantado a las 8 de la mañana y dejas, junto con otro costalero, a las respectivas familias ya cansadas de tanto costal solas ante la feria del lugar donde resides, feria que se merecen por derecho y momentos que, una vez más, les robas.

Luego comprendes que son días de comuniones, de bodas, de compromisos familiares y entiendes todas las razones menos el haber estado de cachondeo el día de antes y no tener reaños a levantarte de la cama.
Esta cuadrilla, gracias a Dios, es mayor de edad desde hace muchos años. Ha crecido en si misma, en su compromiso, en su trabajo elegante, preciso, en su capacidad de sufrimiento, en muchísimas cosas, pero, queridos, nos falta ese puntito de excelencia.

El paso, nuestro Galeón, debe mudarse a costal, porque para eso, entre otras cosas, somos escuela costalera. Y porque así sus maderas sufren menos con el bote de las calles que transmiten las ruedas cuando se hacen así las mudás. Pero sobre todo somos una familia, que se quiere se respeta y a la que no me cabe duda que le encanta verse. Quizás deberíamos pensar en que la mudá del paso del Señor se trasladara del Sábado Santo (donde los cuerpos pueden estas algo quejumbrosos todavía, o puede haber marineros enrolados en otros barcos) al primer sábado de Pascua, es decir, al sábado después de la Semana Santa, y nos sirva para vernos, para recordar las cosas, anhelar de nuevo las siguientes y juntarnos en un día de “fiesta”, comer juntos, ver vídeos… es decir, aprovechar el realizar este trabajo que tanto nos gusta y culminarlo con una buena convivencia.

Aún así este año, con lo especial que está siendo, me siento orgulloso, tras haber digerido el primer impulso, de mi cuadrilla marinera de San Agustín una vez más, ya que, si no recuerdo mal, a estas cosas, hace unos años, veníamos poco más de 12. Este año hemos doblado esta cifra… estamos en el camino hermanos.