lunes, 26 de octubre de 2009

ROSARIO DE LA AURORA 2009 (fotos Juan López)










Hay veces en la vida en la que uno necesita estar más cerca de una madre que de costumbre. Los hijos somos por naturaleza desagradecidos, y puede que en ocasiones nos alejemos algo de la senda materna. Pero resulta que la vida hay veces que nos planta situaciones en las que necesitamos imperiosamente recurrir a la Madrey este era mi caso en la mañana de ayer.

Ante todo quisiera dar las gracias a mis hermanos del Prendimiento y Rosario, porque aun estando "apretaos" de gente para el Rosario de la Aurora en el cuerpo de Acólitos o portando insignias, supieron entender que personalmente necesitaba estar cerca de Ella durante la hora y media que derramó su amor por las calles de la feligresía.

Y ocurrió, la hermandades Grandes se cuantan por muchas cosas, uno se da cuenta cuando ocurren desgracias dentro de la misma, como la muerte de hermanos muy cercanos, mayores o no, que hacen que la hermandad vaya cumpliendo años de solera. O cuando ante situaciones de lluvia se decide no salir durante dos años seguidos.

Pero un punto más agradble de la madurez o mejor dicho, de la solera de una hermandad son los momentos mágicos que se viven en ella. Y uno de esos momentos tuvo lugar en la mañana de ayer.

La Madre de Dios del Rosario había derrochado cariño y amor para con sus fieles desde las 8 de la mañana de ayer, con la hora recién cambiada los devotos de la Señora nos desperezábamos y con una pequeña brizna de frío salía la Madre a la calle a hombros de sus costaleros y escoltada por un grupo de pioneros acólitos, por primera vez en nuestra hermandad con pertiguero, lo que le daba una solemnidad al cortejo propia de la categoría de nuestra querida hermandad.

Transcurre la mañana entre rezos y cantos, pero de repente, a la altura de la calle Carolina algo empieza a cambiar. Los devotos se empiezan a arrenolinar en torno a las andas, tocan el manto de la Virgen, los faldones de las andas... empiezo a ver desde mi privilegiada posición cómo empiezan a emocionarse esas calladas mujeres alrededor de Ella, como las miradas se desploman sobre la faz de la Señora con un ruego, una esperanza o una acción de gracias.

Quizás los acontecimientos que nuestra ciudad vive desde hace unos meses con tantas desgracias sociales como el paro acuciante y acrecentado con las últimas lluvias torrenciales hacen que las personas se acerquen a la Madre para implorar clemencia o dar las gracias por sabe Dios qué cosa...

Y llega el momento, como pueden observar en una de las fotos, la Señora vuelve a eso de las 9:15 hacia la Iglesia de San Agustín arropadísima, llega a la esquina con Julio Burell y un sol que ha estado observándola de reojo en cada esquina, que la lleva buscándo intensamente desde el alba, acaricia el rostro de la Madre de Dios, que tras el leve contacto sigue inexorablemente hasta la puerta de la Iglesia.

El imponente sol de la mañana baña la fachada blanca de la Iglesia y justo al llegar a la puerta una nube de incienso precede a la imagen celestial de la Señora, que tal y como se narra en el Apocalipsis, la Mujer cubierta de sol y tocada Estrellas, aparece en la Casa de Dios rodeada del canto celestial. El tiempo se para, el rostro de la Señora se hace más cercano y el sentimiento aflora a los rostros de los hijos de la Madre que parece complacer todas las peticiones que a lo largo de la mañana han cercado su mirada implorante al cielo azulísimo de Linares.

Se despide la Señora hasta el año que viene, hasta su paso de Palio, donde podremos ver como una Señora con todas las letras pasea por las calles de su pueblo que la adora como lo que es, la MADRE DE DIOS.

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